jueves, 6 de noviembre de 2008

GRACIAS, IRENA SENDLER



Dicen las palabras pagadas que el Premio Nobel otorgado a Al Gore no sorprendió porque estaba entre los favoritos. ¿Entre los favoritos de quién?
Quizá se pregunten a qué viene esto cuando el tema es de fines del año pasado. Sucede que la reciente muerte de Irena Sendler a los 98 años, me ha puesto a pensar y me ha removido las tripas. Y hablando de tripas, creo que el prestigiado Premio Nobel se ha convertido en la más auténtica manifestación visceral de la política mundial. Pura estrategia.
No entiendo por qué cuenta más la preocupación y compromiso de Al Gore por los cambios climáticos que el hecho de haber arriesgado cientos de veces la vida para salvar a 2500 niños judíos de la muerte.


No entiendo por qué es más importante mostrar la preocupación por los cambios climáticos de Al Gore, cambios que muchos sabemos, son debido a las salvajadas de las pruebas nucleares que los países de “las guerras” realizan y, a la explotación indiscriminada de la biosfera que, casualmente, los países “poderosos” perpetran: y que estos motivos son por mucho, más poderosos que la aparente “inconciencia” de los pueblos, que haberla, la hay.
Pero quizá sí sea más importante y yo no lo entiendo, porque si no “salvamos” al planeta Tierra: ¿cómo los grandes imperios podrán declarar la guerra a alguien para asesinar impunemente?


Claro, siempre para acabar con supuestas injusticias.
Si no preservamos al planeta Tierra, ¿a quién heredarán las grandes fortunas los poderosos?
Si no protegemos nuestro cansado planeta Tierra, se acabará el hambre y la pobreza, y la evasión de impuestos de los más ricos, y las violaciones físicas y morales y, ¿a quiénes entonces seguirían mintiendo los políticos?
Incluso se acabarían los esclavos de la economía, porque ya nadie debería sus casas y coches, ni los préstamos hipotecarios después de haber pagado la casa o la cantidad a préstamo con intereses altísimos, y definitivamente sería el acabóse porque desaparecería el negocio de las tarjetas de crédito.


¿Notan lo primordial que es concienciar a los habitantes del mundo de lo mucho que importa frenar la deforestación general que sufre nuestro planeta?
En conclusión, si no lo hacemos, no podrán existir más Irenas que sean ignoradas en el futuro.
Disculpen la ironía. No es que no me importe la cuestión climática, pero verdaderamente me indigna que se considere más importante y más meritorio, el concienciar a la gente de los cambios climáticos y sus consecuencias, que el salvar la vida de 2500 niños.


Tal vez quienes otorgaron el Premio Nobel de la Paz no pensaron que Irena tenía miedo, porque sabía bien lo que le esperaba si era descubierta. Tal vez ignoraron que gracias a sus acciones muchas familias no desaparecieron sin dejar rastro por este mundo. Tal vez no saben que un niño es la manifestación más pura de la inocencia sin importar su raza. Tal vez olvidaron que Irena renació justo en el patíbulo, de donde fue milagrosamente rescatada. Y digo tal vez, porque muchos ignoran o ignoraban que Irena existió y salvó de morir a 2500 niños judíos, porque yo también lo ignoraba. Pero el día que me enteré de su muerte y su hazaña de vida, me prometí a mí misma hacerle un mínimo homenaje a su esencia humana. Me hubiera gustado saber de ella antes, me hubiera gustado tanto mirarla a los ojos y tomar su mano…


Si alguien como Irena Sendler no es digna del Premio Nobel, ¿qué pasa entonces? Pero creo que lo más importante es que las personas como Irena nunca piensan que salvar vidas se equipare con ningún premio, por eso LA PAZ existe: lesionada, violada, sangrante, vapuleada, pero luchando por permanecer.


Gracias, Irena Sendler, donde quiera que estés.

Issa Martínez
(Publicado en Alenarte Revista)

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